Se comenta que La Odisea inauguró el motivo del viaje en la tradición literaria occidental y que trazó el camino de una de las más fértiles metáforas de la existencia humana. El viaje se convierte así en una vigorosa semilla argumental, que viaja a su vez por textos significativos como La Divina Comedia, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha o La montaña mágica. Luego, casi inevitablemente, salta al ámbito de las imágenes del que parece haber surgido.
Cámara oscura
En esta serie, que reúne imágenes capturadas en las ciudades españolas de Madrid, Granada y Algeciras, la ciudad es escenario de tránsitos y la fotografía su excusa perfecta. La urbe se convierte aquí es espacio fantasmal, casi invisible, poblado por los transeúntes anónimos de cada día. Esta particular Cámara oscura revela al fotógrafo como el espectador de un territorio desconocido, y en algunas ocasiones incluso siniestro, y al ojo como un insaciable cazador de luz, tan intensa como escasa.
Odiseas
El motivo del viaje aparece aquí como una suerte de destino inevitable. El ser humano necesita trasladarse para trabajar, para descansar o divertirse; necesita movilizarse para conocer y reconocerse; es decir: necesita viajar. Odiseas traza, en cada una de sus imágenes, un periplo que trasluce la determinación incansable de sus viajantes y el recuerdo del primer gran viajero de la historia occidental, tan vigente y vivo.
Después de las horas
En su Largo viaje hacia la noche, el dramaturgo Eugene O’Neill perfilaba un mundo ensombrecido y decadente como metáfora de la descomposición familiar. La serie amplía su centro de atención y evidencia una mirada irónica, capaz de contemplar directamente a los ojos de la catarsis, la celebración desmedida y el absurdo que habitan esas horas Después de las horas.